
Los códigos del pogo
Por Berni Padovani
ILUSTRACIÓN DE Delfina Gel
El primer recital al que fui (por lo menos voluntariamente) fue cuando tenía 14 años. Un boliche de mala muerte que había en mi ciudad, ese típico antro sin ventanas y con habilitación cuestionable. De esos que a la distancia uno ve con nostalgia (sobre todo teniendo en cuenta que ese lugar ahora es una feria). Era todo un mundo desconocido y fascinante: el ruido que aturdía, el piso pegajoso, la oscuridad y las luces. Cantidad de personajes que provocaban intriga y temor a la vez. Era un mundo nuevo del que poco y nada sabía, pero no estaba solo.
Yo tuve un guía que, cual mentor, me llevó de la mano (metafóricamente, pero a veces también literal): mi hermana mayor. Una ADULTA de 19 años que, desde mi perspectiva de puberto, tenía toda una vida recorrida. Cosa que uno notaba al ver cómo se desenvolvía en ese ambiente: manejo de tiempos y espacios, movilidad fluida y transmisión de una total sensación de control. La seguridad que solo da estar curtida.
Ella me mostró, tanto con palabras como con acciones, los códigos de conducta. Consejos que al día de hoy sigo aplicando como un mantra. Algunas cosas han cambiado desde esa noche y no todos los recitales son iguales, pero hay ciertos mandamientos que son fijos de todos (o la gran mayoría de) los eventos donde se encuentra gente para celebrar la música en vivo en una amalgama de ruidos, luces y sudor ajeno.
Así que intentaré ser tu guía en este hábitat de manijas de valla y pogueadores seriales.
Acompáñenme.
Cuando yo llegué todo esto era campo.
Para cuando llegué a mis 19 años, ya tenía 5 años de recitales a mis espaldas. Pero quizás vos estás empezando ahora. Así que al ser ahora un anciano (o por lo menos así veía yo a la gente de mi edad cuando empecé a ir a recitales) deposito aquí una especie de guía. No diría que son reglas, pero sí consejos de alguien que ha estado en situación de pogo por un par de años ya. Tomen de acá lo que les sea útil.
1) Arranquemos con las obviedades: la idea de ir a un recital es ESTAR en el recital, así que nunca está de más chequear el dónde y cuándo. No sería la primera vez que alguien se equivoca de lugar o de fecha (conozco alguien que le pasó ambas, pero por privacidad no les voy a decir quién soy). En mis tiempos el afiche decía un horario y vos ya sabías que la cosa arrancaba dos horas después. Ahora los flyers están en un periodo de transición donde uno no sabe si siguen las costumbres de sus predecesores o son cronogramas reales. Los diseñadores de flyers a veces tienen la cortesía de agregar aclaraciones tales como “PUNTUAL” o incluso “PUNTUALÍSIMO” (con fiabilidad variable). Para mayor corroboración se recomienda consultar las horarios subidos en las redes tanto por el lugar/festival/organizador como por las mismas bandas que serán parte de la contienda (individualmente siguen siendo de fiabilidad variable, pero entre todas las fuentes juntas se puede sacar un promedio).
2) Ir temprano. No para estar primero ni nada de eso, sino para vivir el ambiente. Hay previa, expectativa y muchas veces podés tener contacto directo con artistas que deambulan entre el público. De paso ves a las otras bandas que tocan antes (si es que las hay). Si están en la misma fecha que a quién fuiste a ver, es probable que descubras música nueva que te guste.
3) Averiguar qué cosas NO dejan pasar al lugar. En los monumentos a lo confiscado por Seguridad he visto de todo: desde perfumes llenos y gente que tuvo que descartar juegos de maquillaje enteros, hasta inconscientes que se quejaron porque no les dejaron pasar una ballesta.
4) Llevar ropa cómoda (sobre todo calzado). Hacé de cuenta que vas a hacer ejercicio (y si querés la experiencia completa, vas a hacer bastante). Entiendo que quieras mostrar la pilcha que clavaste (¿Los jóvenes siguen diciendo así? Si digo outfit es peor, ¿no?), pero estar vestido para la ocasión tiene su encanto. Y te diría que le eches un ojo al pronóstico del clima para durante y para DESPUÉS del recital. ¡Salir de un cubo sin ventanas siendo más sudor que humano no se lleva muy bien con tomarse tres bondis con frío y lluvia para volver al tercer cordón del conurbano, y encima vos viniste con esa remerita que no abriga nada! (Ni hablar si es un recital o festival al aire libre). Un bucito con tu outfit tambien puede quedar dividino. Y si lo llevás, te sirve de excusa para llevar tu mochila o tu tote estampada (o la del supermercado del barrio, también sirve).
5) No grabar todo. Yo sé que querés un recuerdo y todo eso, pero esto lo pregunto con toda la sinceridad del mundo: ¿Hace falta grabar el recital completo? Tapan a los de atrás, se ven mal y se escuchan peor. Todo lo que no te entre en una historia está de más… ¡SIN FLASH! Que lo único que vas a tener va a ser un video de nucas.
Al pogo no hay que tenerle miedo, hay que tenerle respeto.
Ya sea un recital del metal más pesado o un acústico tranqui, la posibilidad de pogo está. Un grupo de personas manijas de música recibiendo lo que fueron a buscar.
Podemos ver al pogo como un mar: tiene sus corrientes, sus mareas, sus partes calmas y su fauna. Hay cardúmenes que están ahí haciendo la suya, hay gente literalmente haciendo la plancha, pero también hay depredadores y gente que surfea a mil por hora. Uno va a la playa y de ahí decide si meterse al mar. Podés entrar de a poco, viendo cómo está el agua, o podés tirarte de cabeza.
No es solo gente empujándose en el caos absoluto, el pogo es más que la suma de sus partes. Están las corrientes que te meten más al fondo y los remolinos en los que uno puede salir herido.
6) Levantar RÁPIDO a quien se cae. Hay mucha gente moviéndose, caerse es algo que puede pasar. Lo que no puede pasar es que nos quedemos observando indiferentes. La forma óptima de recuperar un caído es tan simple como extenderle la mano (o tomarlo por donde se pueda de ser necesario). Lo importante es que sea rápido; una caída lleva a otra, así que tenemos que atajarlos a tiempo para no aplastar a nadie y evitar cortar toda la marea. No queremos eso, al pogo hay que dejarlo igual o mejor que cuando llegamos. Una levantada a tiempo nos ahorra heridos y vela por el disfrute de la experiencia. Si la caída ya tuvo lugar, pida asistencia a su metalero o rolinga más cercano que con gusto hará una barrera de contención humana para que puedas levantar al caído.
7) ¡ATATE LOS CORDONES! ¿Te acordás de ese calzado tan cómodo que te pusiste en el punto 4? Espero que sí, porque fue hace solo un par de párrafos. Probablemente ese calzado tenga cordones. Vas a atarlos con tu método preferido: orejas de conejos, al tobillo, cruzado, etc. Lo empezás como quieras, pero lo terminás con doble nudo, sino después sos el que se agacha a atarse. Te diría que levantes la rodilla y te los ates de pie en lugar de agacharte, pero como seguiste este bello consejo le hiciste doble nudo al entrar al lugar. Felicitaciones. Si ves a alguien atarse los cordones podés ser vos la barrera humana que lo proteja mientras lo hace CON DOBLE NUDO.
8) Por favor comé algo. Intento que no suene maternal, pero no hay otra forma de decirlo. Llevate algún caramelo pa’ levantar el azúcar aunque sea. Que siempre hay alguien que queda como el pibe que no desayunó cuando suena el himno.
9) No armes bardo. Sé que suena obvio, pero hay gente que si no hay problemas los busca; no seas esa persona. Está el que arma escándalo porque “se le colaron” en un recital como si fuera una fila y también está quien anda tirando patadas voladoras como si estuviera haciendo una fatality. Ambos extremos son descansables.
10) No te regalés. Otro día hablaré en detalle de las precauciones y las normas de seguridad e higiene, pero la idea es pasarla bien y que no tengas un problema. Ahora que usar riñonera volvió a ser socialmente aceptado la vería como la opción más segura: tiene el tamaño justo y hasta podés ponerla bajo la ropa para más seguridad. Dale las gracias al primero que se animó a desempolvar la cangurera de su viejo que seguro decía “I ❤️ Mar de Tuyú”. Ahora es el más aesthetic.
21 de febrero de 2025
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