
Las canciones escondidas: Una lectura de "The Late Greats", de Wilco
Por Diego Tomasi
ILUSTRACIÓN DE Candela Gutnisky
1.
Es tan bueno que nunca te vas a enterar.
2.
De Jeff Tweedy se sabe, entre otras cosas, que desde hace treinta años tiene un grupo de rock que se llama Wilco. Que es un obsesivo del trabajo. Que le cuesta mucho estar, en términos artísticos, quieto. La variedad y diversidad de la discografía de su banda lo prueban.
De él se sabe también que su timidez lo hace parecer malhumorado, y que su malhumor puso en riesgo la continuidad de Wilco demasiadas veces.
Se sabe que deposita en el proceso creativo toda su atención, todo su tiempo, y que cada vez que escribe una canción se toma horas, o días, o semanas, para ajustar cada detalle de la letra y la música. Y que tardó ocho años en escribir la canción “The Late Greats”.
3.
Jeffrey Tweedy nació en Belleville, Illinois, el 25 de agosto de 1967. Durante diez años fue el más joven de los cuatro hijos de Bob Tweedy y JoAnn Werkmeister. Por la diferencia de edad con sus hermanos, se crió casi como hijo único.
Muchos de los varones de la familia trabajaban en el ferrocarril, desparramados por distintos lugares del país. Su padre, pero también sus primos, sus tíos y sus hermanos. El tren era un lugar al mismo tiempo real y mítico. De ahí salía el dinero para comer, para tener zapatillas, y también era el espacio de las historias imposibles, que sonaban más a invento de viejos gruñones que a verdad. Historias sobre un maquinista que había dejado su trabajo para ir a probar suerte como mago en otro estado. O aquella de la esposa de un compañero que decía haber encontrado oro en el fondo de su casa. Jeffrey absorbía todo.
Un día su padre lo llevó a su trabajo y de uno de los vagones se cayó una radio. Lo autorizó a quedársela. De ese aparato salió, unos días después, una canción de Bob Dylan. Jeff dijo “¡ese soy yo!”.
En su libro Un mundo en cada canción cuenta que estaba en cuarto grado cuando alguien le regaló un casete con la grabación de «Born To Run», canción de Bruce Springsteen. La escuchó hasta que la cinta (literalmente) se gastó y decidió que tenía que aprendérsela de memoria. Una vez que lo logró, empezó a decir a sus compañeros de escuela que esa canción la había escrito él. No fue esa una apertura hacia la mentira: lo fue hacia la ficción. Cuando el niño Tweedy descubrió que esa picardía había generado atención en los otros, ojos bien abiertos, decidió que ahora su misión era escribir una canción como esa del casete.
Muchos años después, en diciembre de 2023, la presentadora de KEXP Cheryl Waters le preguntó si al momento de escribir o grabar una canción él ya intuye si será o no memorable. Él respondió: “Me equivoco casi siempre acerca de todo”. También dijo que en su adultez, ahora mismo, sigue siendo el niño que quería convertirse alguna vez en un gran autor de canciones. “Intento seguir conectado a ese niño y a su imaginación, a su idea de que podía ser posible volverse un compositor”.
4.
En las vacaciones de verano de 1979 Jeff Tweedy tuvo un accidente de bicicleta que lo hizo estar en reposo mucho tiempo. Ese encierro parece ser el motivo por el que empezó a tocar en serio la guitarra.
5.
La radio, Dylan, Springsteen, la bici. En el origen del Tweedy autor de canciones hay distintas escenas mitificadas. Pero quizás la más potente de todas sea una que casi nunca menciona: su padre, que no tenía ningún interés en los libros ni en la literatura, cuando estaba triste se encerraba en el sótano a escribir poemas dedicados a los trenes.
6.
Jeff Tweedy siempre quiso ser poeta.
7.
En su libro Cómo componer una canción, Tweedy dice que una canción se parece mucho más a una idea suelta que cualquier otra obra de arte. “Son difíciles de retener: son como el aire y son efímeras. Atraviesan el tiempo”, escribe. “Están aquí y luego desaparecen. Sin embargo, son portátiles, pueden perdurar como un recuerdo y, lo que es más extraño aún, se nos pueden meter de repente en la cabeza sin motivo alguno”.
La traducción del nombre del libro pierde el rastro de una sutileza que resulta muy importante: en el original en inglés, el título es How To Write One Song. No alguna, sino cómo escribir una. Una canción en la que se cifre toda la experiencia, una vida. Si alguien puede componer alguna vez esa canción ya podrá componer todas las demás.
En su libro, Tweedy lo explica así: “Para mí, la diferencia entre una canción y canciones no es un truco semántico que quede bonito; es una distinción importante y define con mayor precisión lo que realmente estás haciendo. Nadie compone canciones, en plural. Componen una canción, y luego otra”.
8.
En una entrevista que dio en Italia en 2005, Jeff Tweedy contó que había escrito parte de “The Late Greats” antes de que se publicara Being There, el segundo disco de Wilco. En aquel momento, sintió que tanto la letra como la música no conducían a ninguna parte, así que dejó reposar la idea.
Ocho años después de Being There, mientras Wilco grababa el disco A Ghost Is Born, Jeff Tweedy empezó a tocar los primeros acordes de aquella canción trunca: “The Late Greats”. Un rato más tarde, la música estaba terminada. La letra, cuya primera línea Tweedy no se había sacado nunca de la cabeza, requirió de unas horas más.
9.
Es que Jeff Tweedy se obsesiona con las palabras. No cualquiera va en cualquier canción. Como, en definitiva, es un músico que pone textos a melodías, tiene que haber una sonoridad que haga sentido en el conjunto. Pero también cada palabra tiene que tener un peso propio, específico.
En 2018, en una conversación con el escritor George Saunders, Jeff Tweedy explicaba cómo había sido el proceso para poder escribir sus libros. Dijo: “La prosa siempre ha sido como una fobia. Escribir prosa es casi como un miedo irracional a no hacerlo bien. Siempre me ha resultado más natural destilar el lenguaje en algo que no sea tan rígidamente específico, pero que aún pinte una imagen. Como el haiku o algo similar. Y escribir letras para mí es algo no sólo para el oyente, sino para mí, para cantarlo una y otra vez durante largos períodos de tiempo. Es ideal que sea algo que puedas ir coloreando”.
En esa misma entrevista, Tweedy habló de las posibilidades narrativas que brinda la idea de tener la mente abierta. “Si estás contando la historia de alguien que está en una cocina, no deberías estar obsesionado con el tipo de cuchara que estaba sobre la mesa”.
Le interesan recursos como el contrapunto. Recurre, también, a las enumeraciones, los juegos de palabras, el oxímoron. La canción “Heavy Metal Drummer”, por ejemplo, tiene una letra melancólica sobre una música alegre, y el fraseo de Tweedy parece burlarse al mismo tiempo del pop comercial y de la llamada música de culto, mientras habla de una chica que se enamora de todos los bateristas de heavy metal con los que se cruza. Todo, atravesado por una frase bella y triste: Extraño la inocencia que conocí.
En Cómo componer una canción hay distintos ejercicios que pueden ser disparadores de la creatividad, que pretenden destrabar al escritor bloqueado a partir de la restricción, al estilo OuLiPo. En uno de ellos, Tweedy propone pensar en diez verbos que estén asociados con, por ejemplo, un médico. Hay que escribirlos a mano. Curar, examinar, cortar, etcétera. Luego hay que anotar diez sustantivos que estén dentro del campo visual del sujeto. Perro, libro, sartén. Ahora es momento de agarrar un lápiz y tender líneas que conecten sustantivos y verbos, y con eso escribir una canción.
En otro ejercicio, propone tomar todos los verbos de un poema de Emily Dickinson y ponerlos uno al lado del otro con todos los sustantivos de, por ejemplo, el Himno Nacional, y ver qué pasa. “Puede que empiece como un galimatías, pero es asombroso lo difícil que es poner palabras una al lado de la otra sin que se genere algún significado”, remata.
La clave, escribe Tweedy, es “centrarte en los verbos y no en los sustantivos: en lo que quieres hacer y no en lo que quieres ser”.
“Bird Without a Tail/Base of My Skull”, canción de 2022 incluida en el disco Cruel Country, parece ser un caso evidente de una historia que Tweedy cuenta a partir de uno de sus ejercicios:
Había un hombre con una doble escritura/Que sembró su jardín lleno de semillas/Cuando la semilla empezó a crecer/Era como un jardín lleno de nieve/Cuando la nieve empezó a derretirse/Era como un barco sin cinturón/Cuando el barco empezó a zarpar/Era como un pájaro sin cola/Cuando el pájaro empezó a volar/Como un águila en el cielo/Cuando el cielo empezó a rugir/Era como un león en mi puerta/Cuando mi puerta empezó a agrietarse/Era como un palo en mi espalda/Cuando mi espalda empezó a doler/Era como una navaja en mi corazón/Cuando mi corazón empezó a sangrar/Era muerte, y de hecho la muerte.
10.
La autobiografía de Jeff Tweedy se llama Vámonos (para poder volver), una frase que su madre le decía cuando era chico. No es casual la elección: a ella le debe el primer interés por la lectura, porque era JoAnn la persona que dejaba revistas desparramadas por la casa para que él las encontrara y las leyera.
La escritura de Vámonos empezó como empiezan muchos libros firmados por personalidades que no provienen de la literatura: con entrevistas frente a alguien (un ghostwriter) que luego iba a desgrabar y convertir ese discurso hablado en uno escrito. Pero a Tweedy le pareció que esa voz no era la suya, así que decidió aprovechar los meses en que su banda no iba a estar de gira para escribir él mismo el libro. Para encauzar su obsesión por las palabras.
11.
The greatest lost track of all time. La mejor canción perdida de todos los tiempos. Esa era la frase que Jeff Tweedy había escrito cuando su banda grababa Being There. Y durante ocho años no hubo manera de hacerla avanzar. Ni siquiera siguiendo las reglas de los ejercicios creativos que él mismo había imaginado. Pero cuando dio por hecha la melodía, en las sesiones de A Ghost Is Born, el resto de la historia terminó de aparecer. Nunca explicó por qué la letra había estado tanto tiempo en pausa, y por qué había, al final, aparecido. Quizá se había obsesionado demasiado con la cuchara en la mesa.
La mejor canción perdida de todos los tiempos se llama “Turpentine”. No podés escucharla en la radio,no podés escucharla en ningún lugar. También se habla de The K-Settes, la mejor banda que jamás firmará un contrato, y que no hizo ni un solo concierto en vivo. Son tan buenos que nunca te vas a enterar. Y se habla de las mejores canciones, que son las que nunca van a ser cantadas. Como sucedió con Wilco durante mucho tiempo, los protagonistas de la letra están un poco ocultos, son un poco esquivos, y están esperando el momento para hacerse ver.
The Late Greats es el nombre de la banda que interpreta la canción “Turpentine”. Hay muchas maneras posibles de traducir ese nombre. Podría ser “Los grandiosos tardíos”, o “Los mejores tardíos”, o, tal vez de manera definitiva, “Los buenos muertos”. El nombre del grupo es una muestra de otro recurso que Tweedy conoce y maneja: el humor. Un humor un poco melancólico, un poco escondido.
La música es sencilla —sólo tres acordes—, pegadiza, pero está repleta de emoción. Completa el gesto humorístico de Tweedy: la mejor canción perdida de todos los tiempos puede encontrarse en un tema simple, sin las pretensiones ni la experimentación de gran parte de la discografía de Wilco. Una canción fácil de tocar que tarda casi una década en completarse.
12.
Quince años después de la publicación de A Ghost Is Born, cuatro músicos de Eastbourne, Reino Unido, actualizaron el chiste de Jeff Tweedy. Pusieron a su banda el nombre The Late Greats. En 2025 siguen siendo un grupo que nadie conoce, que casi no toca en ningún lado.
13.
Jeff Tweedy tardó ocho años en completar «The Late Greats», y cuando lo hizo alumbró al mismo tiempo una crítica a la industria musical y una poesía conmovedora sobre la creación como manera de escapar a la tristeza. Como un padre encerrado en un sótano, como una madre que deja revistas tiradas para que su hijo menor las lea, «The Late Greats» nos dice que aunque vale la pena buscar los sentidos que se nos escapan, que se esconden, aun así es posible que el descubrimiento no llegue nunca a producirse. Y que habrá que conformarse con la mera posibilidad de la existencia de algo que es tan bueno, tan tan bueno, que nunca te vas a enterar.
30 de septiembre de 2025
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