FANS DE ESPERAR
POR JUANA GIAIMO
ILUSTRACIÓN: ROCÍO MÉNDEZ
El primer disco que esperé fue Sainthood de Tegan and Sara en el 2009. Tenía 14 años y mi memoria no es muy buena, pero me acuerdo cómo me sorprendió el primer single, “Hell”, por su sonido que tiraba al pop-punk. Miraba el video una y otra vez, mientras deseaba que finalmente saliera el disco e imaginaba cómo sonaría. Obvio que yo no era la única: había miles de fans desparramados por el mundo que esperaban igual que yo. Interactuábamos entre nosotros, ya sea dejando comentarios en el video, compartiendo fotos nuevas de ellas en Tumblr o haciendo análisis detallados del regreso tan ansiado.
En otros ámbitos de la vida, nada molesta más que esperar, pero un fan siempre está dispuesto a esperar: desde discos enteros hasta el teaser de un single — es decir, un video de 10 a 30 segundos que anticipa una canción, lo que equivale a casi la nada misma. Esperar es simplemente parte de la esencia de un fan. Owain Gwynne llamó a este tiempo de espera “fan-made time”. Si bien él analiza la espera de la película The Hobbit, el “fan-made time” aplica a cualquier tipo de fandom y, lejos de ser horas vacías, esperar se transforma en una experiencia llena de sentido.
Lo más importante es que es un proceso colectivo — los fans nunca esperamos solos. Podemos no tener nada en común aparte de que nos gusta el mismo artista, pero eso es suficiente para crear una red de conexión comunitaria. Yo nunca fui de interactuar activamente con los fandoms, pero sí soy un poco chusma y me gusta entrar a sus cuentas y ver qué publican. Eso es suficiente para hacerme sentir parte de un grupo. Después de todo, hablar de un artista es también hablar de nosotros mismos. Nos gustan ciertas canciones porque nos interpelan y encontrar a otras personas a las que les pasa lo mismo se siente como un refugio en un mundo bastante difícil.
Durante el fan-made time, los fans coleccionan toda la información posible para hacer hipótesis sobre qué es lo que se viene a partir de un título, un teaser o una foto. Pero a veces ni siquiera es necesario que haya algo. Todos nos preguntamos alguna vez cómo será la próxima era de un artista que nos gusta, incluso cuando todavía no haya sacado ningún tipo de adelanto. Solo hace falta entrar a hilos de Reddit o Twitter con listas que clasifican qué ítems están confirmados por el artista, cuáles son altamente probables y cuáles únicamente una teoría agarrada de los pelos.
Parecería haber una correspondencia entre el tiempo de espera y la reacción cuando finalmente algo —lo que sea— ocurre. No hay mejor ejemplo que Lorde. Ella no saca discos muy seguido ni tampoco tiene presencia en redes sociales pero, cuando aparece, se hace viral en cuestión de minutos. Hace unas semanas, salió “Solar Power”, su primera canción en cuatro años y toda la internet estuvo hablando de ella. Me pregunto si hubiese tenido el mismo impacto si no hubiésemos tenido que esperarla —por supuesto que esto no deslegitima su música.
En los últimos años, ella empezó a contactarse con sus fans mediante mails que manda de forma espaciada. Esos mails son más preciados que si ella publicara fotos o textos todos los días. Por un lado, es un medio privado —si bien el newsletter llega a miles de personas, cada una lo recibe en su propia casilla— pero además tiene la nostalgia de la espera que existía antes de la llegada de internet.
Últimamente, me llama la atención que varios artistas latinoamericanos anuncian sus discos cada vez con menos anticipación. Por darles algunos ejemplos, Miranda! anunció su disco Souvenir el 28 de abril y salió el 6 de mayo; Zoe Gotusso anunció Mi primer día triste el 2 de diciembre del 2020 y salió el 4 de ese mismo mes; y Javiera Mena anunció su EP Emoción el 20 de mayo y salió el 25. En los tres casos hubo sólo unos pocos días de espera y muchas veces ni siquiera hacían un gran anuncio, sino que lo mencionaban casi al pasar en el pie de foto de Instagram. Por el contrario, anuncian el lanzamiento de los singles con bastante anticipación, pero —si bien después terminan siendo parte del tracklist—, en ningún momento se indica que van a ser parte de un disco o de un proyecto mayor que está por venir.
Puede que yo sea muy estructurada pero este tipo de estrategia comercial me genera confusión. Es diferente a un álbum sorpresa en donde la espera se elimina completamente o se intensifica en un período muy corto, como pasó el año pasado con Folklore de Taylor Swift. Un día fue suficiente para que la espera colectiva de los fans estallara en las redes. Además, un álbum sorpresa se trata de una excepción, mientras que en estos casos se trata de una regla. Se eliminó el momento de espera y, en consecuencia, las canciones que lanzaron en los meses (¡o incluso años!) previos al disco ya no se sienten como parte de él. Es más bien una colección de singles aislados o, en términos modernos, una playlist.
Los artistas que tienen bases de fans muy leales generalmente hacen un uso muy creativo del tiempo de espera para hacerlos sentir involucrados en el proyecto artístico. Twenty One Pilots alimenta conscientemente ese tiempo con pistas, códigos y acertijos que los fans deben resolver para desbloquear información de sus próximos lanzamientos. Uno de esos juegos, llevó a una página en donde los fans podían subir sus propios videos para que sean parte del videoclip infinito de “Level of Concern” que estuvo activo en Youtube por casi un año.
Por otro lado, la industria del k-pop tiene tiempos cortos de espera (los artistas suelen tener comebacks casi todos los años), pero eso no les impide aprovecharlos. Muestran el calendario de todas las actividades de los próximos meses de los artistas así los fans saben qué tienen que esperar. Si se trata de un grupo, se arman teasers para cada uno de los integrantes y también hacen un muy buen uso de los lives, ya sea para hacer anuncios o festejar el nuevo lanzamiento que todos esperamos. Muchas veces los propios artistas dan pequeños spoilers, cantando unos pocos segundos de sus nuevas canciones o mostrando solo un paso de baile de la coreografía —suficiente para que todo el fandom se vuelva loco de la emoción.
Por ahí es por todo esto que muchos fans deciden no escuchar leaks. Aceptan el tiempo de espera que propuso el artista porque entienden que es parte del proyecto que se armó para ellos. Lejos de arrasar con la industria musical como muchos creen, a mí siempre me pareció que los leaks arruinan el juego irracional de la espera. Como cualquier juego, el fan-made time no tiene ningún tipo de sentido. Por eso, el lanzamiento de los discos puede adelantarse o atrasarse y nuestras vidas no van a alterarse mucho por eso. Esperamos solamente porque queremos hacerlo, no porque lo necesitemos.
En un mundo en donde todo se vuelve más inmediato, los fandoms no solo respetan la espera sino que hasta la disfrutan. Desde que salió Sainthood de Tegan and Sara, ya habré esperado varias decenas de discos. Aunque es un proceso que conozco de memoria, la emoción y expectativa está tan presente en mí como en el 2009. Un disco no es solo un disco, sino también todo aquello que lo rodea: la elección de los singles, el video, la portada y, claro, también el fan-made time. Y ustedes, ¿qué están esperando?